Rafiki Ntakirutimana (SYTRIECI – Rwanda)

RAFIKI NTAKIRUTIMANA de 24 años, alto, atlético, y distinguible entre otros vendedores del mercado por su juventud, está recogiendo las bolsas y envoltorios de comestibles que vende desde
su puesto en el perímetro del mercado de verduras. Pronto, volverá a su casa con su familia improvisada, formada por tres niños que estaban antes en la calle y que ahora mantiene.

Hace no mucho, el propio Rafiki era un niño que sobrevivía con dificultad en la calle. Como cuenta él, “mi madre me tiró de casa, y entonces tuve que dejar la escuela. Durante varios días, no tuve nada para comer. Muchas veces, me ponía enfermo y no podía acudir a los servicios médicos. Solía llevar las bolsas para la gente que venía de compras. A menudo me pegaban porque las calles no son seguras, especialmente cuando eres joven, caminando y luchando día y noche”.

Para tratar de sobrevivir, Rafiki decidió invertir el único dólar que tenía en envoltorios y bolsas de la compra que podía vender en la calle. Él dice que todavía estaría vendiendo en la calle, durmiendo por ahí, con nada que comer y llevando las bolsas de compradores si no hubiera encontrado a SYTRIECI hace dos años. Después de conocer las ventajas que podía aportar la membresía, decidió unirse, asistiendo a reuniones mensuales y participando en formaciones sobre ahorros, negociaciones y creación de trabajo para jóvenes.

De hecho, SYTRIECI tiene un programa específico para la Juventud centrado en organizar a jóvenes vendedores en pequeños grupos y en fondos de solidaridad social para jóvenes para que ellos puedan contribuir a su propio desarollo. Este abordaje refleja el enfoque de StreetNet Internacional de mejorar las vidas y medios de subsistencia de las generaciones futuras de vendedores y vendedoras ambulantes. Al compartir estas experiencias, desarrollar estrategias comunes y fortalecer estructuras organizativas dentro de sindicatos como SYTRIECI, los jóvenes pueden generar una cultura de empoderamiento y solidaridad.

Rafiki comparte plenamente este sentimiento de solidaridad y responsabilidad. Como él dice, él es ahora el líder de otros niños que venden envoltorios. Él forma parte de un FSS, por lo que ha podido obtener un microcrédito para aumentar su capital. Como resultado, él dice: “Ya no vivo en la calle. Puedo pagar el alquiler de mi casa, y puedo comprar comida para mí y para los otros niños con los que vivo”.

Rafiki dice que esto sigue sin ser suficiente. Le gustaría recibir una formación más avanzada sobre gestión de negocios, para seguir aumentando sus ingresos. “Necesito una casa permanente”, comenta, “para poder ofrecer una casa a más niños de la calle que sufren como yo lo hacía”.

Pero por el momento, con la llegada de la noche, Rafiki vuelve a casa donde los tres niños cuentan con que su continuo éxito en la superación de las dificultades.

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