El número de pequeños empresarios subió el diez por ciento en 2012
Por Carlos Rodríguez – América Latina
Más y más cubanos están dirigiendo sus propios negocios, generando ingresos y apoyan a sostener la economía nacional. En un sistema con muchos impedimentos, luchan por obtener una ventaja competitiva.
Los empresarios autónomos conocidos como “cuentapropistas” surgieron a principios de la década de los años noventa y se han ubicado en varios nichos económicos, manejando tiendas, vendiendo productos en la calle y conduciendo taxis.
Los cuentapropistas siguen operando al margen de una economía predominantemente controlada por el Estado, donde el gobierno trata de regular la oferta y la demanda, fijando los precios y racionando ciertos productos básicos.
Bajo la Presidencia de Raúl Castro, el papel de los cuentapropistas ha cobrado un mayor reconocimiento oficial, formando parte de una estrategia económica que figura en el último congreso del Partido Comunista celebrado en abril de 2011.
Desde entonces, el número de cuentapropistas ha ido aumentando. En noviembre del año pasado, había cerca de 400.000 personas que dirigen su pequeña empresa, un incremento del 10% respecto al 2011.
Los cuentapropistas pueden ganar considerablemente más que un salario fijo en el sector público. Además, hay una demanda fuerte que les permite ofrecer productos y servicios que el sector público no tiene, al igual que ofrecer una fuente alternativa para aquellas mercancías que se venden en las tiendas del Estado pero que a menudo se agotan.
Algunos clientes como María González señalan que los precios de los particulares son muy altos en comparación con los precios del gobierno.
Medio kilo de frijoles negros que en la tienda del Estado costaría 8 pesos cubanos, con un cuentapropista costaría 12 pesos, una diferencia de 20 centavos de dólar americano. La carne de cerdo, producto de alto consumo entre la población cubana, cuesta un tercio más con un vendedor privado que en la tienda del Estado.
González considera que el precio es alto debido a que los particulares se surten de un mercado minorista del gobierno y para ver ganancias, tienen que subir los precios.
El acotado margen de maniobra para fijar precios competitivos refleja las dificultades mayores que enfrenta cualquier establecimiento por cuenta propia en la economía estatal.
La abogada Laritza Diversent en lista algunos obstáculos que enfrentan los cuentapropistas – no pueden asociarse libremente o buscar fuentes de financiamientos fuera de Cuba. Además, las transacciones y los ahorros son difíciles de concretar debido a la existencia de dos monedas, una el peso cubano cuyo precio está fijado por el Estado, y la segunda, el peso convertible que está vinculado al dólar americano.
Adicionalmente, el sector privado está estrechamente regulado y las numerosas disposiciones burocráticas con las que deben cumplir los cuentapropistas, ofrece un margen a los funcionarios para exigir sobornos.
“Hay varios cuentapropistas que se quejan principalmente por exceso de atribuciones de los organismos encargados de regular la actividad” señala Diversent.
Los trabajadores autónomos tienen algunos derechos y siempre están en riesgo de ser acusados de comercio especulativo o acumulación de capital. Ambos están contemplados como delitos en la legislación cubana u pueden dar lugar a la confiscación de bienes e ingresos.
De acuerdo al economista independiente Espinosa Chepe, los líderes cubanos están preocupados con la idea de que los ciudadanos acumulen capital, y en consecuencia, establecen impuestos que están “diseñados para que no haya crecimiento económico”.
A pesar de los obstáculos que enfrentan, algunos cuentapropistas están contentos con las ganancias que generan.
Luis Fernández, un carretillero, gana alrededor de 130 pesos al día, lo que equivale a más de 40.000 pesos cubanos al año.
Aproximadamente 2.000 dólares, una cifra superior al promedio salarial de un cubano, alrededor de 5.400 pesos cubanos o 215 dólares al año.
Fernández paga al Estado cerca de 2.300 pesos al año, incluyendo la licencia de venta y las contribuciones al seguro social. Dijo que esta licencia para vender como carretillero fue “fácil de conseguir” y el costo es de 40 o 50 pesos al año, más 40 pesos para otros trámites.
Dado que los salarios son tan bajos, Chepe señala que las tiendas privadas y los servicios están fuera del alcance de un gran número de personas.
Carlos Rodríguez es el seudónimo de un periodista independiente con sede en La Habana.