El papel del vendedor ambulante necesita ser mejor entendido

Por StreetNet International
21 de febrero, 2013
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Jonathan Crush – New Age

La seguridad alimentaria se basa principalmente en los precios asequibles y no en la producción, razón por la que los niveles de hambre y desnutrición son alarmantemente altos en las ciudades de Sudáfrica, a pesar de la abundancia de supermercados y otros sitios de venta de alimentos.

La Red  de Seguridad Alimentaria Urbana Africana, descubrió en sus estudios – de los niveles de seguridad alimentaria en 11 ciudades en África Meridional – que la carencia de una fuente segura de ingresos constituye el principal obstáculo al acceso de alimentos para la gente pobre que vive en las ciudades.  Al igual que en el resto de países en vías de desarrollo, las empresas agroindustriales están cambiando la faz de la oferta urbana de alimentos en África. Facilitar esta tendencia ha sido la retirada generalizada del estado de la comercialización de alimentos y de las subvenciones. 

Si sirve de guía la evidencia de otras partes del mundo, son estas cadenas de alimentos agroindustriales la clave para la seguridad alimentaria urbana y no los pequeños agricultores. Lo mejor que pueden esperar los pequeños agricultores es alguna forma de integración en estas cadenas, aunque generalmente lo más probable es que las condiciones sean más ventajosas para la empresa que para el agricultor.

Estas empresas afirman estar ayudando a lograr la seguridad alimentaria para las comunidades en África y muchas empresas ayudan a satisfacer las necesidades básicas en tiempos de hambruna, así como también hacen donación de alimentos a las escuelas y apoyan proyectos agrícolas de la comunidad y otras iniciativas. Pero por muy eficaces que sean sus estrategias corporativas de responsabilidad social, no deben desviar la atención del hecho de que el objetivo principal de la agroindustria es con fines de lucro, y no de reducir la inseguridad alimentaria de la gente pobre que vive en las ciudades.

Una crítica común del creciente poder y alcance de los supermercados a nivel mundial es que tienen significativos efectos negativos en la disponibilidad de alimentos para los pobres mediante la erradicación de pequeñas tiendas y mercados locales destinados a los consumidores pobres. Los defensores de las agroindustrias y supermercados, argumentan que el mayor poder de compra de los supermercados y las economías de escala benefician a la gente pobre que vive en las ciudades, mediante los precios más baratos y benefician a los pobres del medio rural a través de los pequeños agricultores que tienen un mercado nuevo y existente. Sin embargo, a pesar de que los supermercados son más visibles y ofrecen alimentos más baratos, la gente pobre que vive en las ciudades no necesariamente hacen sus compras allí. No pueden darse el lujo de aprovechar de los descuentos a granel, no tienen refrigeración, que les permita realizar sus compras con menos frecuencia, y a menudo los supermercados están situados a grandes distancias de su lugar de residencia. Esto significa que los mercados informales, los vendedores ambulantes, los vendedores de comida y tiendas spazas, son fuentes importantes de alimentos en toda el África Meridional. Sin embargo, un continuo acoso, en su mayoría de bajo nivel, contra los comerciantes informales parece generalizado en las ciudades africanas.

El estudio en 11 ciudades encontró que los hogares de la gente pobre que vive en las ciudades compran sus alimentos en diferentes sitios. La conclusión general más sorprendente fue que el 79% de los hogares de la gente pobre de las ciudades en las que se realizó la encuesta, compran algo de comida en los supermercados.  Esto ilustra el grado en que los supermercados han penetrado incluso en las comunidades urbanas más pobres de la región. Los supermercados eran importantes para más hogares que las otras dos fuentes principales de alimentos: el sector informal (que lo usan un 70% de los hogares) y pequeños sitios de venta como las tiendas de abarrotes, tienditas, restaurantes y sitios de comida rápida (que lo usan un 68%). Sin embargo, el sector informal es frecuentado con más regularidad que los supermercados. Casi un tercio de los hogares compran comida de los mercados informales y de los vendedores ambulantes todos los días, seguidos por los pequeños sitios de venta (22% de los hogares, todos los días), mientras que sólo un 5% van a los supermercados con esa frecuencia. Con las grandes cantidades de dinero que las organizaciones internacionales y los gobiernos nacionales gastan en la investigación de la seguridad alimentaria, cabe preguntarse cuánto se ha dedicado a la comprensión de uno de los factores impulsores del cambio (las cadenas de suministro agroalimentarias) y el papel que desempeñan y podrían desempeñar en la reducción de la inseguridad alimentaria en las ciudades?

En la actualidad, la mayor parte de la discusión sobre la participación del sector privado parece centrarse en el sector como proveedor de insumos a los pequeños agricultores. Esta es una opinión sin visión que desvía la atención de lo que está ocurriendo a nivel de base.

En el África Meridional, un programa de investigación relacionado con políticas orientadas a la industria agropecuaria y la seguridad alimentaria urbana debería considerar las cuestiones que incluyan las oportunidades para los productores urbanos de alimentos para obtener ingresos a través de la integración en las cadenas formales del suministro de alimentos, los factores decisivos de los precios de los alimentos frescos y procesados ​​en las modernas cadenas de valor, ya que el costo de la compra de alimentos es un factor crítico en la accesibilidad de los alimentos para la gente pobre que vive en las ciudades, y el impacto de los supermercados en la nutrición, las dietas urbanas y las preferencias alimentarias.

Además, si bien la informalidad es en realidad una parte importante de la ciudad, hay una fuerte sensación de que los gobiernos no lo quieren reconocer.

La contribución que dan a las economías de las ciudades los vendedores ambulantes y las necesidades de la seguridad alimentaria de los pobres necesitan ser mejor comprendidas por los legisladores, y se necesita ver la venta ambulatoria más como un asunto de desarrollo económico que como un problema de gestión urbana.

Crush es presidente de CIGI en la migración internacional y el desarrollo en la Escuela de Asuntos Internacionales Balsillie y es profesor honorario de la Universidad de Ciudad del Cabo.

Artículo  del Periódico en línea New Age

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