Por Sharon Benzoni
Accra – Kantamanto está de vuelta en los negocio. Hace sólo tres meses, un campo de escombros era todo lo que quedaba del querido y gran mercado, que se ocupa principalmente de ropa de segunda mano importada de Estados Unidos, Europa y China. El mercado, un confuso laberinto de puestos, había sido arrasado por incendios y camiones de demolición del gobierno. Se palpaba el luto en el aire; los medios de vida habían sido destruidos durante la noche y nadie podía estar seguro de su futuro.
“Pueblo Yen ko” Hace dos meses, una mujer se encogió de hombros cuando le pregunte qué haría si el mercado no es reabierto. Qué significan esas palabras – "_iremos al pueblo_" – equivaldría a recaer en los escasos recursos de sus familias rurales ya sobrecargadas. Es un último recurso, una admisión de derrota
Ahora, sin embargo, Kantamanto es otra vez un laberinto de comercio. Estructuras de madera – simples mesas con marcos para mostrar sus mejores mercancías – se alinean en largas filas. Sombrillas rojas cubren los comerciantes con sombra sobre el terreno desigual. Mientras que hace dos meses, podía caminar en una línea relativamente recta a la pared del fondo, abriéndome paso entre los escombros, ahora estoy confundido, como de costumbre, por las interminables filas. Nunca el estar perdido se ha sentido tan reconfortante.
Eric Kwesi, un joven comerciante que conocí en mayo quien ha estado de pie sobre el terreno vacío en cual una vez había existido su tienda, también está de regreso en los negocios. Esta semana, recorrí las filas en su búsqueda finalmente me gritó "Mi amigo"! Estaba parado frente de unos montones de Dickies. Él y otros diez hombres, dice, se unieron para pagar por una larga mesa en la que ahora exhiben sus mercancías. "Todos tienen el mismo lugar donde estaban antes" dice, gesticulando hacia el resto del mercado. Me parece una hazaña notable que 15.000 comerciantes fueron capaces de recrear casi perfectamente el vasto mercado como lo era antes.
Según Eric, los importadores, con los que mantiene relaciones desde hace mucho, le han dado más productos para vender a crédito. Lentamente él tendrá que reembolsar a su acreedor por éstos y las mercancías que perdió en el incendio. Pero él y sus compañeros comerciantes siguen viviendo de prestado, un hecho que no han olvidado. Su destino esta en las manos de las autoridades.
El desastre de Kantamanto, ha causado una tormenta de controversia, sobre todo a medida que más incendios en los mercados, tanto en Accra y Kumasi, la segunda ciudad más grande de Ghana, han alimentado las teorías de la conspiración. El Gobierno local, la Autoridad Metropolitana de Accra, fue forzado a retractarse de su propuesta de adquisición de Kantamanto, ya que el Ministerio Nacional de Tránsito y Vialidad se encontró que tienen demanda de la tierra. La ciudad propuso la construcción de la estación de tren en la tierra que había sido asignada para años antes, a pesar de la concesión de 50 años que firmó con los comerciantes, que colectivamente pagan 30.000 cedis de Ghana anuales por la tierra, según Eban Ofori, Vice Presidente de la Asociación de Comerciantes de Kantamanto.
Algunos apoyaron esta idea, argumentando que Ghana necesita un sistema ferroviario más funcional de lo que necesita Kantamanto, señalando que los comerciantes podrían reubicarse en otros lugares de la ciudad. Y se reunieron propuesta para un "centro comercial ultramoderno" con la aprobación de algunos que sienten que los mercados tales como Kantamanto son insalubres, desorganizado y poco atractivo, una espinilla en el rostro fresco de Accra. Otros defendían la causa de los comerciantes. La buena noticia es que el debate público parece estar ocurriendo, y que las voces de los comerciantes, aunque no siempre dominantes, no han sido totalmente ahogadas como ellos temían.
Ofori dice que los comerciantes que él representa han acordado en principio a la idea de construir un mercado moderno. "Pero decimos que podemos hacerlo nosotros mismos", afirmó. "Tenemos dinero, tenemos bancos y otras personas que nos pueden ayudar". Esta voluntad de hacerlo ellos mismos, nace de un deseo de impedir la corrupción y la exclusión que temen de un proyecto liderado por el gobierno. Dijo, "Tengo cuatro propuestas sobre mi escritorio", de empresas del sector privado interesadas en trabajar con ellos. Eric, cuya energía y optimismo parece reflejar la esperanza renovada de los comerciantes informales, dijo, "Estoy feliz de estar aquí. A medida que pasa el tiempo deseo que todo sea normal, si sólo nos dieran una oportunidad de quedarnos aquí".
Mientras tanto, dijo, un apoyo tangible del sector privado y público se ha materializado. Nana Oye Lithur del Ministerio de Género, la Protección Social y de la Infancia, ha prometido donaciones financieras a comerciantes femeninas para que salgan adelante nuevamente (ponerse de pie). Las instituciones micro-financieras y las ONG, han ofrecido pequeñas becas y préstamos. Cuando le pregunté acerca de las actividades de los comerciantes en el mercado a pesar de ninguna sanción oficial, dijo, "La vida es así. Es necesario planificar… Las mujeres han estado vendiendo para obtener su pan de cada día. Así es la vida. "Y es bueno."
Ofori señala que el impacto del colapso de Kantamanto, ha afectado a todo el país. "No podemos comprar mucho". Importadores se han quedado con fardos de mercancías sin vender. Kantamanto, también genera ingresos en las Naciones extranjeras de las que importan, dijo. "Si las mercancías no vienen, nos afecta todos. No es Ghana la que está perdiendo, es todo el mundo".
Fuente: www.nextcity.org
Sharon Benzoni – Diálogos informales de la ciudad